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2022/02

Las redes del deseo

Todas las ciudades están rodeadas por una maraña de calles sin casas y carreteras sin destino. Son redes, las redes del deseo con las que otras generaciones quisieron atrapar el campo. Fueron entonces días agitados, llenos de hormigón y líneas y grandes barruntos. Pero tras los gritos y las apisonadoras, tras el murmullo obsceno del dinero en las cabezas de todos, la maleza nunca fructificó en ciudad y solo quedó el silencio. El campo, que siempre ha estado dormido, nos devolvía de nuevo hermosos silencios de la infancia cuando íbamos a él al atardecer.

 

Nosotros hemos nacido, jugado y vivido en esas calles sin nombre, esa tierra salvaje y puntiaguda, entre interminables hileras de cajas de registro eléctrico. Escondida tras una caseta de ladrillo y una valla de alambre teníamos nuestra guarida, y desde ella salíamos a conquistar el reino misterioso y remoto de las aceras sin sombra. A nosotros nos pertenece el olvido de lo que nunca hemos conocido de otra forma, y la memoria amarga de nuestros padres, que pretendieron construir un país hecho de segundas casas, segundos hijos y segundos coches.

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